Alimentación saludable y prevención de la fragilidad

    

    Con la edad se producen cambios físicos, psicológicos y sociales que pueden influir en el nivel funcional del adulto. La función es un factor predictivo para determinar los efectos adversos de salud, la discapacidad, la institucionalización, la hospitalización, la expectativa y la calidad de vida. A pesar de la frecuente asociación entre fragilidad, edad, sexo femenino, comorbilidad y discapacidad, existe entre un 23 y un 26% de los mayores con fragilidad que no presentan discapacidad ni comorbilidad.   

    La fragilidad es posible revertirla en la mayoría de los casos siguiendo hábitos de vida saludables, siendo fundamental mantener una alimentación saludable y practicar actividad física.

    Si nos centramos en la asociación salud y alimentación vemos que las necesidades energéticas de las personas con la edad se ven disminuidas, pero no así las de nutrientes.

    En esta etapa de la vida se produce una disminución del agua corporal total y una pérdida de masa ósea, en mayor medida en las mujeres, aumentando así el riesgo de fracturas. Por ello, las recomendaciones nutricionales deben ir encaminadas, entre otras, a realizar un consumo adecuado de calcio y vitamina D.

    Al mismo tiempo, se produce un enlentecimiento de los procesos digestivos y dificultad de absorción de algunos nutrientes como determinadas vitaminas y minerales. Es por ello que se recomienda realizar las ingestas, comiendo en varios momentos del día, menores cantidades y aumentar el consumo de líquidos y fibra.

Consumo diario

  • Cereales: 6 raciones o más, escoger preferentemente productos integrales.
  • Verduras: mínimo 2 raciones, consumir una de ellas en crudo.
  • Frutas: al menos 3 raciones. Si existen problemas de masticación se puede tomar trituradas.
  • Lácteos: 3 o más raciones, ya sean en forma de vaso de leche, porción de queso o yogur.
  • Escogiendo preferiblemente productos con bajo contenido en grasa.
  • Emplear aceite de oliva tanto para cocinar como para aderezar los alimentos.

Consumo semanal

  • Carne: 3 o 4 raciones por semana, preferentemente magra (pavo, pollo o conejo) y dejando la carne roja y el embutido para consumo ocasional. 
  • Pescado: 4 raciones por semana, escogiendo tanto blanco como azul. Resulta más fácil de digerir el blanco, pero debe mantenerse el azul ya que aporta ácidos grasos omega-3.
  • Legumbres: 2 o 3 raciones semana, siendo recomendable la elaboración con verduras para enriquecer el plato.
  • Huevos: 3-5 huevos por semana. La preparación culinaria más adecuada es la tortilla, que además puede combinarse con otros alimentos en forma de tortilla o revuelto. 

Evita… 

  • Sal: el organismo solo necesita pequeñas cantidades, reduce su ingesta. La sal incrementa el riesgo de presentar osteoporosis.
  • Productos procesados: evita los productos precocinados y la bollería industrial por su alto contenido en grasas, azúcares y sal.
  • Alcohol: Evita su consumo. Una pequeña cantidad puede afectar al equilibrio y los reflejos.

Cómo preparar los alimentos

    Es fundamental adaptar las texturas de los alimentos para que resulten fácil de masticar. A su vez la técnica culinaria empleada deberá ser de fácil digestión: hervidos, plancha, vapor, etc. Evite los fritos y en caso de emplear asados o guisos evite salsas copiosas.

Suplementación

    Puede ocurrir que tras una valoración nutricional de la persona mayor por parte de un profesional sanitario sea necesaria ajustar la cantidad de proteínas recomendada o la suplementación con vitamina D.

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