Fatiga pandémica. Estimular a la población para prevenir la COVID-19

   

                La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la fatiga pandémica como la respuesta natural a la crisis prolongada de salud pública no solo por la gravedad del COVID-19 sino por la implementación de las medidas que tiene un impacto sin precedentes en la vida diaria de las personas, incluidas aquellas que no han sido directamente afectadas por el virus.

     Esta “fatiga” puede suponer un serio problema para el control del virus. Hasta que esté disponible una vacuna o un tratamiento efectivo, el apoyo de la población a las medidas preventivas son claves para la contención de la pandemia.

     El documento de la OMS Pandemic fatigue Reinvigorating the public to prevent COVID-19 sirve de referencia para guiar la respuesta a la fatiga pandémica y revitalizar el apoyo de la población a las medidas preventivas.

     Para el abordaje de la fatiga la OMS propone 4 estrategias clave:

  ·     Comprender/entender/considerar los puntos de vista de la población. Para ello debemos identificar grupos de riesgo y entender qué es lo que les motiva y cuáles son sus barreras.

 ·   Comprometer a la población como parte de la solución. Así, se adquiere un elevado nivel de compromiso con las medidas restrictivas, como durante la primera ola. Para esto, hay que preguntar directamente a la población, saber qué soluciones proponen y promover la autoeficacia.

 ·    Permitir a la población continuar con su vida, reduciendo riesgo. Parte de la desmotivación viene cuando la gente siente que le están quitando las libertades, por eso es importante hacer políticas de reducción de daños. Podemos ayudarles a diferenciar entre medidas de alto y bajo riesgo, y sobre todo cambiar el mensaje de “no hacer” a “hacer diferente”.

 ·    Reconocer la dificultad del momento. Entender que la población está haciendo un gran esfuerzo y tratar de poner el foco en los que lo hacen bien en lugar de culpabilizar a los que actúan mal.

 Cada una de estas estrategias debe basarse en 5 principios transversales:

 ·     Ser transparente en las razones y el porqué de las restricciones y en los cambios en las medidas basadas en los conocimientos actuales. Reconocer los límites de la ciencia y los gobiernos a la hora de   predecir el desarrollo de la situación.

 ·       Ser tan consistente como sea posible en los mensajes y medidas y evitar contradicciones o conflictos. Las restricciones deben ser para todos igual y no moldeables dependiendo a que sector afecten.

 ·      Intentar prever circunstancias imprevisibles usando criterios objetivos para las restricciones y los cambios derivados de ellas. Siendo predecible, la población puede actuar antes de tener una orden   oficial, promoviendo su autoeficacia y su inclusión directa en la solución del problema.

 ·        Tener en cuenta la equidad en las recomendaciones y restricciones.

 ·    Coordinar los mensajes que se emiten. Evitar mensajes contradictorios que lleven a confundir a la población y a reducir el nivel de confianza en los organismos responsables.

 La OMS propone una lista de 10 acciones:


              Uno de los mayores retos que se nos presentan ahora es la Navidad. No deberíamos enfocar el tema a “salvar la Navidad”, sino a aprovechar la oportunidad de vivirla de una forma diferente.

  La planificación de todas estas medidas siempre debe basarse en la situación epidemiológica del momento y en las percepciones conductuales de las personas sobre las que se actúa. También tener en cuenta los aspectos sociales, culturales y económicos de la población diana para asegurar que nadie se queda atrás.

 


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