Una persona presenta pérdida de audición (hipoacusia) cuando su umbral de audición en ambos oídos es igual o inferior a 20 decibelios. Puede afectar a uno o a ambos oídos, y presenta distintos grados: leve, moderada, grave y profunda, pudiendo llegar en este último caso a ser incluso invalidante.
La hipoacusia representa una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial y su prevalencia aumenta a medida que se envejece. Según la OMS, más de 1500 millones de personas, en todo el mundo, sufren algún grado de pérdida auditiva. Se estima que esta cifra alcanzará los 2500 millones de personas para el año 2050.
Las consecuencias de la hipoacusia son numerosas e incluyen, además de la pérdida de la capacidad para comunicarse, el desarrollo tardío del lenguaje (en los niños), mayor riesgo de deterioro cognitivo (personas mayores), depresión, ansiedad, aislamiento social, sensación de soledad, frustración y estigma. También se ha relacionado con la mayor probabilidad de tener menos años de educación y mayor tasa de desempleo.
Los principales factores de riesgo (causas) identificados con la pérdida auditiva son los factores genéticos, hereditarios o no; infecciones del sistema nervioso central y del oído; exposición a determinados productos químicos; ruidos y sonidos fuertes; medicamentos ototóxicos; traumatismos en la cabeza u oído; tabaquismo; deficiencia nutricional; degeneración neurosensorial y otosclerosis relacionada con la edad.
Según la OMS, el 50% de los casos de hipoacusia pueden prevenirse mediante la implementación de medidas de salud pública como: cribados e intervenciones tempranas en la infancia; estrategias de prevención centradas en la promoción de hábitos de vida saludables; elaboración de normativas y protocolos relativos al cuidado de la audición en el medio laboral; campañas de vacunación de enfermedades que pueden ocasionar pérdida de audición (parotiditis, sarampión, meningitis...).
La inmunización de mujeres antes del embarazo contra la rubéola, así como la prevención de infecciones citomegalovíricas en embarazadas, pueden reducir el riesgo de que los niños nazcan con hipoacusia o sordera congénitas.
Es fundamental prevenir la pérdida de audición en todas las etapas de la vida, desde el periodo prenatal hasta edades avanzadas. En los niños, aproximadamente el 60% de la pérdida de audición se debe a causas prevenibles. Del mismo modo, las causas más comunes de pérdida de audición en los adultos, como la exposición a sonidos fuertes y medicamentos ototóxicos, son evitables.
Consejos para tener oídos sanos:
Qué hacer:
- Proteger los oídos de ruidos fuertes.
- Regular el volumen de los dispositivos de audio y sonido.
- Proteger la zona auricular ante las bajas temperaturas.
- Después del baño (diario, en piscinas o en el mar) secar bien el pabellón auricular.
- Revisar la audición con regularidad
- Tratar resfriados, y alergias para evitar complicaciones
- Consulte a un médico si tiene problemas de oído o de audición.
- Introducir objetos en los oídos como bastoncillos, lapiceros...
- Automedicarse. Cuidado con los medicamentos ototóxicos.
- Nadar o bañarse en agua sucia.
- Compartir audífonos o auriculares.
- Escuchar sonidos fuertes o música a alto volumen.
- En el caso de menores, evitar ambientes con humo de tabaco al ser este un factor potencial para las inflamaciones de la mucosa de la nariz, así como del oído infantil.
Fuentes y recursos de interés:
Sordera y pérdida de la audición. OMS
Sordera y pérdida de la audición II. OMS
Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello
Centro para el control y la prevención de enfermedades
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