En
el estudio se evaluaron la asociación entre los factores urbanos a los que los niños estuvieron expuestos (contaminación
del aire ambiental, espacios verdes, entorno construido, densidad de
establecimientos de alimentación no saludable, tráfico rodado y ruido del
tráfico rodado), y diferentes parámetros tanto de obesidad infantil (índice de masa corporal o IMC, circunferencia
de la cintura y grasa corporal) como de comportamientos
relacionados con el peso (consumo de comida rápida y bebidas azucaradas,
actividad física, comportamiento sedentario, duración del sueño y bienestar). “Los
niveles más altos de contaminación del
aire, tráfico y ruido se asociaron con IMC más altos y con una mayor
probabilidad de que el niño o niña sufriera sobrepeso u obesidad”. El ruido
podría influir en la privación del
sueño y aumentar las hormonas
del estrés, que están asociadas con el desarrollo físico en la infancia
y podrían aumentar el riesgo de sobrepeso. Igualmente la cantidad de establecimientos de alimentación
no saludables del entorno se asociaba también a la
obesidad infantil, probablemente al favorecer un mayor consumo de comida rápida
y una mayor ingesta calórica.
Es de destacar que el estudio no encontró ninguna relación entre el entorno urbano y el nivel de actividad física desempeñado, comportamiento sedentario u otros comportamientos relacionados con el peso de la población infantil.
Otro
aspecto novedoso de este trabajo es que ha evaluado diferentes exposiciones urbanas o factores ambientales de forma conjunta y simultáneamente.
Estudios de este tipo permitirán desarrollar en
el futuro programas de promoción de la salud a nivel comunitario que mejoren
los comportamientos en la ciudad.
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