Las desigualdades en la salud
existen y están íntimamente ligadas, no solo con la calidad de la salud, sino
con los factores sociales, laborales y económicos de la persona. En definitiva,
la salud de cada individuo vendrá marcada por sus determinantes sociales de la
salud, entendiendo como tal, aquellas circunstancias en que las personas nacen,
crecen, viven, trabajan y envejecen. Y sin ninguna duda, estas diferencias y desigualdades
se han visto incrementadas durante la pandemia de la Covid, haciendo aún más vulnerables
a los que ya lo eran.
Para poder afrontar estas
desigualdades sociales en el ámbito de la salud, es de vital importancia que nuestro
sistema sanitario tenga un enfoque biopsicosocial, poniendo el énfasis en la
asistencia clínica, pero sin dejar de lado la atención social permitiendo así,
realizar un diagnóstico integral teniendo en cuenta la realidad y el contexto social
de cada persona. Para ello, es prioritario contar con equipos
multidisciplinares de atención, formados por profesionales de la medicina,
enfermería y trabajo social, aportando este último una visión social.
A veces, se tiende a relacionar la
figura de trabajo social con aspectos relacionados con Servicios Sociales y
cuesta enmarcar esta profesión en el ámbito sanitario. Pero su papel en la
salud es fundamental. Su función es promover el desarrollo de las habilidades
personales y actuar sobre el entorno de la persona para incidir en los factores
que se relacionan con estilos de vida. En definitiva, realiza el análisis de la
situación, diagnóstico y tratamiento de los factores sociales que concurren en
el mantenimiento de la salud y en la aparición de la enfermedad de las
personas, grupos y las comunidades.
Durante esta crisis sanitaria, el
papel del profesional de trabajo social ha sido primordial para apoyar y dar
respuesta a las nuevas necesidades y demandas que han aparecido como
consecuencia de la Covid. También han contribuido a disminuir la transmisión
de la enfermedad, formando parte de los equipos multidisciplinares, identificando
los contactos estrechos y favoreciendo el cumplimiento de las medidas de
aislamiento y la cuarentena. Aquí me gustaría resaltar y poner en valor, la
labor de los equipos de vigilancia epidemiológica, los equipos de control
domiciliario Covid y las encargadas/os de realizar la gestión y derivación de
los dispositivos de aislamiento Covid del Gobierno de Aragón.
Sin duda, otro de los ejes
fundamentales en la atención socio sanitaria, es la respuesta comunitaria ante
los diferentes procesos de salud-enfermedad. Es importante tener en cuenta los
determinantes sociales y el contexto social de cada persona para hacer un
abordaje centrado en la misma y no solo en la enfermedad. Desde el Departamento
de Sanidad, se impulsa y se trabaja hacia este enfoque a través de la
Estrategia de Atención Comunitaria en el Sistema de Salud de Aragón: https://atencioncomunitaria.aragon.es/sample-page/
Y como no podía ser de otra manera, la participación comunitaria y la participación activa de los ciudadanos han sido esenciales para el manejo de la crisis sanitaria de la Covid. Se han creado redes de apoyo y se han tenido que reorientar la atención y los servicios ya existes a las nuevas necesidades detectadas: https://atencioncomunitaria.aragon.es/orientacion-comunitaria-y-covid19/.
Queda patente que, para poder hacer un abordaje global e integral de la salud, es necesario tener en cuenta el entorno y los factores sociales y personales que rodean a la persona, identificando los recursos comunitarios y la participación de la propia comunidad, estando muy presente la figura de los profesionales del trabajo social como agentes de cambio de la salud.
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